En la artesanía local sobresale el afamado Vino de Madeira y el célebre Bordado de Madeira, así como la tapicería y las piezas de mimbre.
El arte de los bordados fue introducido en Madeira por Elizabeth Phelps, hija de un comerciante de vinos inglés, a mediados del siglo XIX.
Fueron unos años en que la isla sufrió grandes calamidades; se perdió gran parte de la cosecha de vino y el cólera diezmaba la población.
Preocupada por la pobreza que veía a su alrededor, Elizabeth decició establecer un taller de bordados para ayudar al pueblo.
En 1850 regresa a su casa en Inglaterra llevando los bordados que las mujeres de Madeira realizaban. Estos bordados fueron muy apreciados por la alta sociedad victoriana, y más tarde este rico bordado fue considerado en todo el mundo.
Hoy, más de 20.000 madeirenses trabajan en esta industria, incluidos hombres y niños.
Los bordados de Madeira están realizados a mano. Una simple servilleta precisa de muchas horas de trabajo, de ahí sus altos precios.
Se distinguen de los bordados hechos a máquina por un pequeño sello de plomo cosido a la pieza después de pasar el control de calidad y acabado. Este sello que hoy en dia es sustituido por un holograma es garantía de calidad del Instituto Artesanal de la isla
Los tapices se confeccionan en la isla desde finales del siglo XIX, y aunque no han superado a la industria del bordado se venden hoy en todo el mundo.
La foto es la Casa do Turista, ubicada en lo que era la antigua residencia del consúl alemán. La tienda ofrece encajes, bordados y otros productos textiles. En sus salas decoradas con molduras y pinturas se puede encontrar desde un sencillo pañuelito bordado con una inicial hasta un servicio completo de mesa.
1 comentario:
Qué linda y bien puesta está la mesa eh?!
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